Resumen de la Parashá Behaalotejá
A Aharón le fue confiada la tarea de disponer las seis
lámparas exteriores de la menorá de modo que sus luces se proyectaran hacia el
brazo central. Los leviim se prepararon para el servicio en el Mishkán,
purificándose mediante abluciones y sacrificios. Se les dijo que sólo aquéllos
que tuviesen entre treinta y cincuenta años de edad tomarían parte en el
servicio religioso, pero que los que tenían entre veinticinco y treinta años
serían preparados para sus deberes futuros.
El primer Pesaj posterior al éxodo fue observado el
día catorce de Nisán. Aquellos que estaban impuros solicitaron que a ellos
también se les permitiera participar de las ofrendas de Pesaj. Una fecha
especial, el catorce de Iyar, fue destinada a aquellos que estaban impuros o se
encontraban a demasiada distancia en Pesaj como para llevar el Korbán
(sacrificio) respectivo.
La nube del Señor alzándose desde el Mishkán
era una señal para que los miembros del campamento continuaran su viaje. Moshé
recibió orden de hacer dos trompetas de plata, que serían utilizadas para
anunciar el comienzo de la marcha, convocar a todo el pueblo al Mishkán,
dar la alarma antes de una batalla y proclamar ocasiones de júbilo, tales como
las festividades de la luna nueva.
Después de casi un año en el desierto de Sinaí, si
instruyó al pueblo para que viajara al desierto de Parán. Moshé le pidió a su
suegro, Itró, que los acompañara, pero él prefirió retornar a Midián, su tierra
nativa. Durante el viaje el pueblo comenzó a murmurar con el liderato de Moshe.
Esto despertó la cólera de Hashem, que hizo estallar un incendio en medio del
campamento, provocando el terror y la destrucción. El fuego se apagó sólo
después de que Moshé hubo rezado al Señor a favor del pueblo. Sin embargo, los
israelitas no aprendieron la lección. Azuzados por las multitudes ajenas que
los habían acompañado en su salida de Egipto, se quejaron nuevamente, esta vez
por falta de carne en el desierto. Sus murmuraciones llevaron a Moshé a sentir
que la carga de dirigir al pueblo era demasiado grande como para soportarla
solo. D-s respondió ordenando a Moshe que reuniera a setenta ancianos para que
le asistieran en la conducción del pueblo. Los ancianos fueron reunidos y el
espíritu de profecía reposo sobre ellos.
En respuesta a la queja por la falta de carne y el
gusto aburrido del maná, Hashem hizo que un fuerte viento arrastrara una
gran cantidad de codornices desde el mar. El pueblo juntó las aves ávidamente,
pero cuando comenzaron a comerlas, muchos de ellos cayeron muertos. Miriam, la
hermana de Moshé, fue castigada con lepra por difamar al hermano. Después de
permanecer una semana fuera del campamento se curó completamente.
Estudiando tres pesukim
Behaalotjá VIII 2
2 - "HABLA A AHARON Y DILE: CUANDO ENCENDIERES
LAS LIMPARAS, HAN DE ALUMBRAR L4S SIETE LAMPARAS HACIA LA PARTE ANTERIOR DEL CANDELABRO.
2 - CUANDO ENCENDIERES LAS LAMPARAS: Rashí explica por qué el capítulo de los
candelabros sigue al de los Príncipes. Cuando Aharón vio las ofrendas
inaugurales de los Príncipes se entristeció por no haber participado en eso con
ellos, ni él ni su tribu. Pero el Santo, Bendito Sea El, le dijo: "¡Por tu
vida, tu función es más importante que la de ellos, porque a ti te corresponde
encender y mantener las lámparas!" Najmánides se sorprende de esta
explicación de Rashí. “¿No era ésta una consolación suficiente para Aharón, de
ofrecer el incienso de mañana y de tarde así como también todos los
sacrificios, sobre todo el de Yom Kipúr, en que era el único que podía validarlo?
Asimismo Najmánides cita un Medrásh de donde se deduce que el Eterno
reservó para Aharón unas Mitzvót que no caducarían por el hecho de la
destrucción del Templo, tales como las luces de Janucáh inauguradas por los
Sumos Sacerdotes Jashmonaím - o la bendición de los Cohaním.
HACIA LA PARTE ANTERIOR DEL CANDELABRO: Las consideraciones del Medrásh Tanjumáh
sobre la Sidrá comienzan por la evocación de las materias autorizadas
para las luces del Shabbat, de manera notable para subrayar la excelencia del aceite
de oliva, que la Toráh declara apreciar de modo particular repetidas veces; sin
duda, otros aceites son también permitidos, pues "¿qué hacían los
habitantes de una determinada población si se les prohibiese cualquier otro
aceite que no sea el de oliva, y no lo consiguiesen en su región?"; pero
el aceite de oliva tiene preferencia (Oraj Chayím 246,6), como se desprende de
los diferentes lugares en los que la Toráh habla de ello: Exo. XXVII, 20 y Lev.
XXI V, 2.
HAN DE ALUMBRAR LAS SIETE LAMPARAS: Según Rabí A. Ibn Ezrá, esto enseña que la
Palabra Divina se dirigía a Moshé incluso de noche puesto que la luz brillaba
allí de manera permanente. Pero Najmánides expone que Rabí A. Ibn Ezrá no
parece haber comprendido la explicación de nuestros Sabios acerca de las
visiones de Moshé, a quien las revelaciones no le habían sido dadas en sueño,
lo cual no impide - como lo indica Don L Abarbanel - que las haya tenido en la
noche sino en estado de vigilia, como ocurrió durante los cuarenta días y
cuarenta noches en el Monte Sinái. Aquí no se hace mención de la Tienda de
Reunión, a fin de que no se crea que la luz del candelabro se había hecho
necesaria allí por la ausencia de ventanas y que su uso se hacía innecesario
dentro del Santuario, que si bien estaba provisto de ventanas, éstas eran
angostas (I Reyes VI, 4) en el interior y anchas en el exterior: las mismas
disposiciones, tomadas dentro del Tabernáculo, son también válidas para el
Santuario. Las siete lámparas que deben proyectar la luz de la palie anterior del
candelabro han suscitado la siguiente explicación en el Medrásh: "Moshé
encontró grandes dificultades en la comprensión de las ordenes relativas a la
ejecución de la Menoráh. Finalmente, Dios le mostró una Menoráh de
fuego que El había elegido sobre el Monte Sinái" (Exo. XXV,40 ver Com.
ibíd.).
Los "siete brazos" representan las siete
ciencias que formaban a lo largo de la antigüedad el summun de la Sabiduría. Porque
está escrito: "La Sabiduría se edificó su casa, esculpió sus siete
columnas" (Prov. IX, l). Las siete ramas de la Sabiduría eran la teosofía,
la filosofía, la alquimia, la astrología, las matemáticas, la música, y las
ciencias naturales. Estas siete ramas brillaban delante del candelabro. Moshé
no podía comprender cómo estas siete ciencias, cuyo objeto es material, físico
y semi-intelectual, llegaran a alcanzar la cúspide de la metafísica donde se
sitúa Dios.
También le fue mostrada la Menoráh de fuego
sobre las alturas de la montaña. ¡Quizás tenemos aquí la confirmación de lo que
Najmánides ha dicho a propósito de estas ciencias! La Sabiduría está hecha de
tal manera que ella llega gradualmente a su propósito. Pues las siete ciencias
son como una escalera que se eleva hasta el Eterno para aquel que las sube con
persistencia. Entonces, la serie de siete ciencias aparecía frente a la parte
anterior del candelabro brillante de luz. (Tratado Torat Hashem Temima pág.
155, Ed. Cheval).
Behaalotjá VIII 7
7 - Y ASI HABRAS DE HACERLES PARA PURIFICARLOS; ROCIA
SOBRE ELLOS AGUA EXPIATORIA, QUE PASEN LA NAVAJA POR TODO SU CUERPO, LAVEN SUS
VESTIDOS Y SE PURIFIQUEN.
7 - ROCIA SOBRE ELLOS AGUA EXPIATORIA. Rashí precisa: "De las cenizas de la
vaca bermeja que se quema para los impuros que tuvieron contacto con
muertos". Esta purificación era necesaria porque los Levitas se habían
vuelto impuros al obedecer, después del pecado del "becerro de oro",
la orden de Moshé que les decía: "¡Poned cada cual su espada sobre su
muslo y pasad y volved a pasar de puerta a puerta por entre el campamento, y
matad, aunque sea cada uno a su hermano, a su amigo, a su pariente!" (Exo.
XXXII, 27). Entonces ellos se volvieron todos impuros, requiriendo por lo tanto
el agua expiatoria. Se trata aquí de la primera de las dos aspersiones
exigidas; la segunda, la del séptimo día (Núm. XIX, 12), es reemplazada de
manera singular por la acción de la navaja sobre todo el cuerpo (ver Rashí y
Com. VII, l).
QUE PASEN LA NAVAJA POR TODO SU CUERPO. Rashí declara: Yo encontré dentro de las
palabras del Rabí Moshé Hadarshán [el Predicador] que: "Los Levitas
se convirtieron en el precio de rescate de los primogénitos que se habían
entregado a la idolatría este rescate es designado bajo la expresión: y
comieron sacrificios ofrecidos de los muertos" (Salm. CVI,28) y el leproso
igualmente es llamado "muerto" (Núm. XIX,12): de donde proviene la
obligación para ellos (los Levitas) de rasurarse como si fuesen leprosos".
Según Rabí S. R. Hirsch, el rasurarse significa el despojo de todo sentimiento
egocéntrico en el momento de la ascensión de la personalidad al nivel de la
integridad moral. Notamos, sin embargo, que esto ha sido prescrito solo para la
investidura y dicho mandato jamás se ha vuelto a renovar. La teoría de los
Maestros del Jasidismo es la siguiente. Uno de los servicios particulares de los
Levitas consistía en cantar acompañados de instrumentos musicales. La atracción
y el entusiasmo llegaban a ser tan grandes que sus almas gozaban y todo lo que
concernía a los órganos del cuerpo [al mundo físico] resplandecía. También sus
cabellos fueron completamente rasurados. Pero esta tonsura al ras no fue en su
honor, pues, es la barba la que da majestad al hombre. El entusiasmo no debe
manifestarse en el exterior, sino abrigarse en el interior del alma.
Nosotros encontramos que rasurarse la cabeza es una Mitzváh en ciertos
casos bien definidos: tal es el caso de los tres tipos de personajes nombrados
(Negaím XIV,4) el Nazír, el leproso y el Levita. Hay importantes
diferencias entre esta teoría y las razones reveladas por la Cabaláh. La
explicación del Zóhar, en efecto, se refiere a la antítesis que hace distinción
entre el Sumo Sacerdote y los Levitas. Los Sacerdotes se apoyan sobre la rama
del (Jésed, del amor. su cabellera y sus barbas majestuosas son señal de
su honor. Los Levitas, por su lado (Dín, eran los ejecutores del castigo
Divino sancionador del pecado del "becerro de oro" "los que
dijeron a su padre y a su madre: No te conozco; y a sus hermanos no
consideraron, y desconocieron a sus hijos, por haber guardado Tus palabras, por
haber observado Tu alianza" (Deut. XXXIII,9). Debido a que no hacía
siquiera un año, desde que había ocurrido este sangriento episodio, y que por
otro lado los Levitas debían ser en el futuro los Maestros de los Judíos; con
en el fin de delegarles el servicio de los sacrificios, era necesario
transformarles del todo. En el momento de su investidura debían convertirse en
otro hombre; de allí la obligación de rasurarse todo el cuerpo y de ofrecer su
propio sacrificio de expiación. El Sumo Sacerdote representando al príncipe del
amor, debía "mecerlos" delante de Dios, y finalmente, los hijos de
Israel debían imponer sus manos sobre ellos [sobre la ofrenda]; esto para
protegerles del riesgo de venganza [de los familiares de los muertos (Exodo
XXXII, 27)], y para permitirles asumir su papel delante del Eterno. Así se
puede comprender que el procedimiento utilizado con respecto a los Levitas sea
llamado (Taharáh) que quiere decir "purificación”, y no (Kedushá),
que significaría "santificación", como era el caso con los Sacerdotes.
El Zóhar agrega que cuando Kóraj vio a Aharón y el aspecto de dignidad que le
confería su larga barba, aunque él mismo estaba completamente rasurado, le
asaltó la envidia y fomentó su rebelión.
Behaalotjá IX 19
19 - Y CUANDO LA NUBE SE DETENIA SOBRE EL TABERNACULO
MUCHOS DIAS, LOS HIJOS DE ISRAEL GUARDABAN LO DISPUESTO POR ADONAI Y NO SE
MOVIAN.
19 - Y CUANDO LA NUBE SE DETENIA SOBRE EL
TABERNACULO MUCHOS DIAS. Rabí
S. R. Hirsch comenta: "Esta es la escuela [enseñanza] de la migración en
el desierto y de la cual debemos haber adquirido para siempre la devoción que
nos hace seguir a Dios a todas partes. Porque los desplazamientos de la columna
Divina parecían incomprensibles a nuestros padres; se trataba a veces de
abandonar rápidamente un lugar que les era querido, y había que aceptar con
valor siempre renovado las órdenes de Dios, dejándole constantemente el cuidado
de dirigir su existencia, aunque fuera para ir tras fines absolutamente extraños
y por caminos inconcebibles". Pero si se observan más de cerca los
versículos 17 al 22, uno se da cuenta de que era la espera confiada lo que
constituía la prueba más dura: el hecho de permanecer largo tiempo en un mismo
lugar es, en efecto, la evidencia de la (shemirát mishmarót Ado-nái - la
prueba de una obediencia particular - era la práctica de esta virtud, la
tranquila y serena confianza en Dios, de lo que el Pueblo tenía mayor necesidad
para emprender las migraciones del Galút (exilio) a través del
"desierto de naciones", como lo llama el Profeta (Yejezkél XX,35);
tendría necesidad de ella por muchos años, antes de alcanzar el fin sobre el
cual dice el Profeta Jabakúc (II, 3) [im yitmahméhah ajaké lo... si se
demora lo esperaré]
Estudiando algunos Midrashim
La Mitzvá (mandamiento) de Encender la Menorá
(candelabro)
La última parshá describió cómo los nesiím (lideres)
de las Doce Tribus inauguraron el altar del Mishkán con sus sacrificios.
No obstante, Aarón, nasí de la Tribu de Leví, se abstuvo de abordar a Moshé con
un obsequio similar de animales y carretas cargadas con ofrendas para el altar.
Cuando vio que Hashem aprobó las donaciones de los otros nesiím, Aarón
decidió participar también; sin embargo era demasiado tarde. Hashem ya había
aceptado las donaciones de Efraím como valiendo por la duodécima Tribu y así
Aarón no recibió un turno entre los nesiím. "¡Infortunio para
mí!" gimió Aarón. "El Todopoderoso no ha perdonado el Pecado del
Becerro de Oro." No sólo Aaron, sino la Tribu de Leví entera estaba
apenada de que su representante no hubiera ofrecido su parte de los sacrificios
de dedicación sobre el altar. No obstante, la verdadera razón por la cual
Hashem impidió a Aarón participar en estos korbanot (sacrificios) es
ilustrada por la siguiente parábola:
El rey proclamó que un gran festejo se celebraría
en su jardín palaciego. Sus correos recorrieron el país entero invitando al
público a participar. Anuncios fueron hechos a todas las asociaciones de
trabajadores de que sus miembros estaban invitados a la fiesta del rey. Sólo el
amigo del rey, un cierto noble, esperó en vano por un mensajero para convocarlo
a la celebración. "El rey debe estar encolerizado conmigo," pensó,
" de otro modo ¿por qué me ignoró?" Después de que las festividades
terminaron, el rey envió un correo privado al hogar de su amigo. "La
fiesta para el pueblo común acabó," le informó al noble. "Mañana el
rey dará otro banquete para vos solamente. El desea distinguiros porque vos sois
su más cercano amigo."
Similarmente, Hashem no aceptó las donaciones de
Aarón, a causa de que un honor mayor había reservado para él; él recibiría la mitzvá
de preparar la menorá. Su Tribu, los leviím, tendría también distinción
especial. Ellos serían santificados como sirvientes de Hashem en una ceremonia,
descripta en el próximo capítulo. Hashem consoló a Aarón diciendo, "¡No
hay por que afligirse! Para ti Yo reservé una mitzvá que sobrepasa la ofrenda
de los sacrificios de dedicación. Tú y tus hijos prepararán la menorá en el Mishkán
y el Beit Hamikdash (Sagrado Templo de Jerusalen). "La mitzvá
de encender la menorá durará por siempre. Tus descendientes, los Jashmonaim,
instituirán la mitzvá permanente de encender las velas de Janucá. Así,
tu "Janucá" continuará siempre, mientras que la janucá (inauguración)
de los nesiím es sólo temporaria." Hashem empleó un término inusual por
encender la menorá, diciendo, "behaalotejá". Entre otras
implicancias, este término denota, "Vos ganaréis elevación."
Cumpliendo la mitzvá, los judíos se tornan espiritualmente elevados.
Una noche, un hombre adinerado dijo a su
amigo, un simple trabajador, que él cenaría en su casa. El trabajador arregló
su casa prolijamente, preparó la comida, e iluminó el comedor con velas. Cuán
avergonzado estuvo él, no obstante, cuando vio a su adinerado amigo arribar.
Una procesión de sirvientes, algunos acarreando candelabros brillantemente
encendidos, otros balanceando flameantes antorchas, lo acompañaban. El
anfitrión entró de prisa dentro del comedor y extinguió sus velas, cuya luz
parecía insignificante y mezquina, verdaderamente, comparada a la corriente de
luz fluyendo dentro. Rápidamente, él puso sus velas en un cajón. Cuando el rico
invitado entró al comedor y lo encontró oscuro, preguntó atónito, "¿No me esperabais
esta noche? ¿Por qué no encendisteis ninguna luz?" "Yo lo hice,"
replicó el otro. "Pero cuando vi las flameantes luces que vuestros
sirvientes acarrean para vos, estuve demasiado avergonzado para exhibir mis
sencillas velas." El hombre rico inmediatamente despidió a todos sus
sirvientes. "Yo cenaré sólo a la luz de vuestras velas," le dijo a su
amigo, "para mostraros cuán querido sois vos para mí."
Similarmente, Moshé pudo no comprender por qué Hashem
deseaba que una menorá fuera encendida en el Santuario. Cuando quiera
que él entraba, encontraba el Mishkán brillantemente iluminado con el
esplendor de la Shejiná. (Divinidad) ¿Cómo podían las luces de la pobre
menorá terrenal compararse al esplendor que la Shejiná irradiaba? Hashem
por consiguiente dijo a Moshé, "Behaalotejá / Seréis
espiritualmente elevados encendiendo la menorá. Este es el por qué Yo os
he dado la mitzvá."
A fin de demostrar que el Todopoderoso no necesita
nuestra luz, El mandó que las tres mechas en cada lado del eje central de la menorá
fueran inclinadas hacia la luz central y no hacia el exterior. A pesar de que a
Aarón le estaba permitido de ordenar a uno de sus hijos prender la menorá,
él cumplió la mitzvá toda su vida personalmente con la más grande
precisión.
Por ejemplo, él siempre ascendió la plataforma para el encendido, aún a pesar
de que era extremadamente alto y hubiera podido alcanzar las lámparas mientras
estaba parado sobre el suelo. A causa de que la mitzvá de encender la menorá
es querida a los ojos de Hashem, ella es mencionada varias veces en la Torá.
En cada lugar, nuevos detalles son añadidos. Hashem
advirtió a Aarón no subestimar la grandeza de la mitzvá de preparar la menorá.
A causa de su importancia, ella no era realizada toda de una vez. Cuando
limpiaba la menorá en la mañana el cohén limpiaba cinco lámparas, hacía
una pausa con una avodá (servicio) diferente, y luego limpiaba las dos
lámparas restantes. De este modo, el acto de servicio se extendía y atraía la
atención del pueblo que visitaba la azará (patio del santuario).
Los Leviím Son Iniciados en el Servicio
Después de que los leviím fueron asignados a sus
tareas, ellos no fueron autorizados a comenzar el Servicio antes de ser
sometidos a una ceremonia especial de dedicación que incluía su purificación de
tumat hamet, (impurificación por un cadáver). Hashem mandó a Moshé,
"Lleva a los leviím ante el Ohel Moed. Explícales que ellos son
afortunados de haber sido escogidos como sirvientes de Hashem.
"Cada leví es iniciado en la avodá con el siguiente procedimiento:
- Todo cabello sobre su cuerpo es afeitado.
- En el tercer y séptimo día de su purificación él es
salpicado con las aguas de la pará adumá (Vaca Roja) a fin de ser
purificado de tumat hamet.
- Ofrenda sus Sacrificios de Inauguración.
- Es balanceado.
"Todo Kelal Israel estará presente
mientras los leviím son balanceados, porque su Servicio expía por la comunidad
entera". "Esta ceremonia de dedicación distinguirá a los levi'ím por
sobre el resto de Kelal Israel." En el tres de Nisán, de 2.449,
Moshé consagró a los leviím. El los salpicó con las aguas purificadoras de la pará
adumá. Sus cuerpos fueron completamente afeitados, similares al afeitado
realizado al purificar a un leproso.
¿Por qué ellos eran afeitados como leprosos? Los
leviím sirvieron en lugar de los primogénitos quienes habían ofrendado
sacrificios al Becerro de Oro. Los ídolos son descriptos como
"muertos" y uno que ofrenda a ellos como "ofrendando a los
muertos." Los leprosos, también, son similares a personas muertas. De ahí
que, los leviím que sustituyeron a los idólatras primogénitos fueron
clasificados como "personas muertas" y fueron afeitados como
leprosos.
Luego los leviím trajeron sus Sacrificios de
Inauguración, un toro joven para un olá y un segundo toro joven para una
ofrenda jatat. El sacrificio jatat expió por la adoración de
ídolos de los primogénitos, a quienes los leviím sustituyeron. Los leviím
fueron llevados ante el ohel moed donde Moshé había reunido al pueblo
entero. Los judíos (de acuerdo con algunas opiniones, los primogénitos)
descansaron sus manos sobre las cabezas de los leviím (semijá).
Ellos realizaron semijá sobre los leviím lo
mismo que sobre un korbán, a causa de que el Servicio de los leviím
expiaría a su favor lo mismo que los sacrificios alcanzan expiación para sus
donantes. Después de eso, Aarón, como representante de Benei Israel,
alzó a cada leví individualmente, balanceándolo arriba y abajo y atrás y
adelante. En total, alzó 22.000 leviím en un día. Esto demuestra la
sorprendente fortaleza física de Aarón. La ceremonia de balanceo significaba
que Aarón había adquirido a los leviím para asistirlo en la avodá, de
acuerdo con la ley judía de que uno puede adquirir un objeto alzándolo. Después
de eso, los leviím estaban puros y listos para comenzar sus tareas como
asistentes de los cohaním, como custodios, porteros, cantores en el coro, y
portadores del Mishkán.
Un leví se volvía un aprendiz en el Santuario a la edad de veinticinco. Estudiaba y se preparaba por cinco años, y luego comenzaba el Servicio efectivo a la edad de treinta. En el Mishkán, un leví se retiraba del trabajo pesado de acarrear a la edad de cincuenta. El entonces efectuaba tareas más livianas, tales como cerrar los portales o cargar las carretas. En el Beit Hamikdash, no obstante, podía continuar su Servicio aún después de la edad de cincuenta. Dejaba el coro si su voz perdía resonancia a causa de su edad madura.